“El silbido del arquero” de Irene Vallejo
Leí este libro una noche en el hospital, mientras acompañaba a un familiar. Afortunadamente, está bien. Y “el silbido del arquero”, también. En una triste sala de espera de Urgencias, Irene Vallejo me invitó a un viaje de aventuras, ambiciones, amoríos, desventuras, exilios y guerras.
“La humanidad camina bajo la luz del sol sin quedar nunca por completo en las sombras y continúa entonando cantos que hacen memorable lo vivido”.
Esta novela, publicada por la editorial Contraseña desde 2015 (unos años antes del exitoso y universal “El infinito en un junco”) es otra obra legendaria. Irene Vallejo escribe de mitos y personajes que vivieron hace miles de años como lo hacían los clásicos de su época. Y con esta prosa tan gustosa, traza los puentes entre los sentimientos y los conflictos que nos son comunes a los seres humanos durante siglos.
Cada personaje cuenta su punto de vista: Eneas, el héroe troyano derrotado, sabía que “los náufragos no pueden elegir el lugar donde encuentran la salvación” y que “la salvaguarda de un reino no son los ejércitos, ni los tesoros, sino los aliados”; Ana, la hija de la hechicera, conocedora de que “la hospitalidad es sagrada” y cuya madre recomendaba: “Ten un pensamiento para los que están en el mar”; Elisa, la reina acorralada a la que su marido repetía “el buen gobernante debe saber lo que encierra el corazón de las personas”; Eros, el dios del amor, que con humildad decía que “los dioses ejercemos una soberanía mucho más frágil de lo que creen los humanos”; Virgilio, el gran poeta romano, que por fin recordó que “los poetas cantarán nuestros sufrimientos a generaciones que están por nacer” y que “las guerras caen en el olvido, los cantos permanecen. Solo el poema queda para narrar el dolor de los vencidos”.
“Generación tras generación, muchos leerán y amarán su poema en lenguas aún por nacer”.
Esta historia contiene riesgos y sucesos, mitos y fantasías, inequilibrios y huidas, azares y oportunidades, miedos y violencias.
Como decía Eneas: “Ningún niño debería crecer allí donde la guerra siembra la destrucción”. Ayer, hoy y siempre.
Feliz 23 de abril. Día de Aragón y día del libro. Lean. Disfruten. Aprendan. Compartan.