“Dignos de ser humanos” de Rutger Bregman

Necesitaba leer un libro así. Rutger Bregman se propone demostrar en estas 500 páginas que la mayoría de la gente es buena. En estos tiempos de doctrina del shock, odio y malismo dirigido por las élites que se benefician de este sistema a costa de los demás, recuperar la confianza en la humanidad es reconfortante y alentador.

Este historiador holandés ofrece una nueva teoría de la historia de la humanidad. En la primera parte del libro, desmonta típicos tópicos y conclusiones de la psicología social que han sentenciado que la gente es perversa, malvada, casi asesina en cuanto se le deja sola. Bregman demuestra que son falacias. No os contaré los detalles de cada estudio, porque ahí está el cogollo y el interés del libro.

Así, desdice los mitos del ser humano egoísta y agresivo por naturaleza, de la ley del sálvese quien pueda en cuanto se desata el pánico, de la desigualdad inevitable. Y demuestra que quienes más interesados están en extender estos falsos mitos son los poderosos, los que recurren a la fuerza bruta para blindar sus privilegios. Su maquinaria propagandística es imprescindible para manejar las masas hacia crímenes y guerras horribles. Lo hemos visto muchas veces y lo sufrimos hoy. Nos engañan y manipulan una y otra vez. Nos encierran en grupos enfrentados, extienden la xenofobia, nos desafectan del compromiso político y, así, los ricos tienen campo libre para evadir impuestos y multiplicar sus beneficios, para dividirnos entre buenos y malos, cerrar fronteras y meternos en sus guerras imperialistas.

Del mismo modo, Bregman aporta ejemplos de momentos en los que una humanidad solidaria y generosa ha aflorado. Son algunas experiencias concretas en escuelas, empresas, cárceles y ciudades, en las que se demuestra que hay alternativas, esperanza y utopías contagiosas. Es posible vivir de otras formas, y ya hay muchos ejemplos exitosos en los que la cooperación funciona, nos hace mejores y más felices. Para algunos, para mí, esta es la principal meta de nuestra vida: que seamos capaces de ser mejores y más felices, juntas.

¿Cuántas personas piensan, pensamos, que las demás son egoístas? ¿Y si no fuera así? ¿No sería mejor buscar el lado bueno y positivo de las personas? Ahí está un gran legado de este libro: ¿Desde dónde construimos nuestras relaciones sociales, desde la desconfianza o desde la apertura “buenista”? ¿Cómo nos relacionamos con quienes son distintos a nosotros? ¿Con amabilidad o con crueldad?

Por eso “ofrecer resistencia siempre tiene sentido”. Bregman propone que nos comprometamos, con confianza mutua e inclusiva, implicación, transparencia, solidaridad y dignidad; que el roce hace el cariño y “el contacto conduce a más confianza, más concordia y más solidaridad”; que dejemos de ver las noticias sensacionalistas por su sesgo negativo y la imagen retorcida que dan de los demás; en definitiva, que practiquemos un “comunismo cotidiano”, de cooperación y bienes comunes.

En el epílogo, el autor comparte diez reglas básicas para la vida, colectivas, porque “un mundo mejor no empieza por ti mismo, sino por nosotros mismos”. Simplemente citaré el decálogo: 1. En caso de duda, piensa bien. 2. Crea situaciones en las que todos salgan ganando. 3. Plantea más preguntas. 4. Modera tu empatía y entrena tu compasión (sobre esto de la empatía tienes que leer el libro, porque tiene miga, no caigamos en el paternalismo). 5. Trata de comprender al otro, aunque no compartas su opinión. 6. Ama a los tuyos como los demás aman a los suyos. 7. Evita las noticias. 8. No linches a un nazi (tiéndele la mano a tu enemigo) (esto también tiene muchísimo interés). 9. Sal del armario: no te avergüences de hacer el bien. Y 10. Sé realista.

No se trata de idealizar un pasado de cazadores recolectores nómadas. Hemos llegado hasta aquí, a una sociedad basada en un sistema que destruye el planeta y aún esclaviza, pero también donde se ha extendido la sanidad pública y el bienestar a millones de personas. ¿Seremos capaces de ese “nuevo realismo” sin cargarnos antes la vida en la Tierra?

Recientemente he visto una serie corta “Espartanos”, que va de un equipo de rugby en una cárcel argentina. Y una entrevista a Pepe Mujica en el invierno de su vida. 2 ejemplos más de esperanza y de compromiso con una causa justa, de confianza en los demás y de profundos cambios reales. Si algo constatan junto a este libro, editado por Anagrama (y que os recomiendo), es que el futuro está en nuestras manos. No nos subestimemos y que no decaiga. Sí se puede.