“Antifascistas” de Miquel Ramos
Miquel Ramos es periodista especializado en la investigación sobre la extrema derecha y persona antifascista comprometida. Su libro mama de esas fuentes: periodísticas, vivencias propias y relación con personas expertas e implicadas en movimientos sociales. «Un asunto personal nunca puede ser objetivo»
“Antifascistas” es un libro bastante completo, con más de 600 páginas repletas de entrevistas, recuerdos, análisis y propuestas hacia una sociedad libre de racismo, de xenofobia y de violencias neonazis. Desde los años 90 son muchas y diversas las formas de combatir a aquellos que, desde el odio, las agresiones, los medios de comunicación o la política, tratan de extender unos discursos y unas formas de entender la sociedad en la que sobramos casi todas: las personas de izquierdas, las migrantes, las de sexualidades no normativas, las luchadoras en sindicatos, las racializadas, etc.
En el prólogo, la abogada gitana experta en Derechos Humanos, Pastora Filigrana, ya se adelantan algunas de las aristas del antifascismo que se detallan a lo largo de libro: los límites de la autodefensa, la dialéctica entre la endogamia y la transversalidad, la disyuntiva entre delito de odio y libertad de expresión o la universalidad de los derechos humanos que el fascismo niega. Porque de eso se trata, de que el antifascismo se extienda hacia todas las personas que, desde su humanidad diversa, se ponen en la tarea de construir un mundo mejor, justo, equitativo y mestizo.
El autor refleja en el libro, editado por Capitán Swing, que “no existe un antifascismo, sino muchos”. Hay colectivos específicamente antifascistas, de resistencia frente a grupos neonazis, asociaciones antirracistas, organizaciones que se implican puntualmente en alguna movilización, mayoritarias capas de la sociedad que, de forma consciente o no, rechazan el fascismo y el autoritarismo, etc.
A lo largo de las páginas, Ramos da voz a personas que han vivido algunas de esos acontecimientos, desde los años 90 del siglo pasado y hasta hoy. Porque si algo queda claro tras leer el libro es que, con altibajos, en el mundo hay movimientos organizados que plantan cara a la extrema derecha que busca su oportunidad para alcanzar el poder y todo el dolor y muerte que conllevaría. Los neonazis, en algunos casos, no pasan de hinchadas futboleras o grupúsculos de ataques nocturnos, pero en otros son capaces de articular manifestaciones de cientos de personas, infiltrar sus mensajes de odio, criminalización de la pobreza y su victimismo del privilegiado en partidos con mucha más presencia como Vox o incluso extender su odio en medios de comunicación que les blanquean, cúpulas policiales y militares, el empresariado enriquecido o los espacios conspiranoicos y esotéricos como hemos visto en estos años de pandemia.
El autor detalle estas décadas, analizando la evolución de las personas más relevantes de la ultraderecha española, relacionada con la europea y la estadounidense, y los distintos nombres de organizaciones y actividades que han tenido a lo largo de los años. Siempre vinculados al terrorismo de estado, el gamberrismo y las élites económicas.
Pero el libro, sobre todo, refleja esos antifascismos contados por sus protagonistas: familiares y amigos de víctimas de neonazis, panteras negras, sharps, vecindad implicada en sus barrios, colectivos contra la Ley de Extranjería, por la memoria histórica, luchas feministas y LGTBi, etc. Son tantas las experiencias que, yo que he participado de los movimientos antifascistas, sé que no están todas. Hay referencias a Zaragoza, que es lo que más conozco, y añadiría la Coordinadora por un Aragón Mestizo o el Mundialito antirracista, que aún hoy seguimos celebrando, para aunar deporte y diversidad.
El terror nazi es una de las principales amenazas terroristas en Estados Unidos y en Europa, por la proliferación de tiroteos, ataques y delitos con un trasfondo de extrema derecha, racista y antisemita. Durante muchos años, personas señaladas por su estética o activismo han sido asesinadas, han recibido palizas o han sido perseguidas. Hoy “la lucha contra la extrema derecha ya no se limita a contraprogramar sus actos con manifestaciones, sino que se extiende a muchos otros ámbitos en los que se implican cada vez más sectores de la sociedad”. Como expresa en el epílogo del libro Betlem Agulló i Salvador (hermana del asesinado Guillem): “miles de Guillem llenan las calles cada día y reivindican el derecho a la justicia, a la libertad y a vivir en un mundo plural y diverso donde cualquier persona cabe”. De esto se trata y esto nos jugamos. Por eso soy antifascista.