“La patria en la cartera” de Joaquim Bosch

¡Qué buen libro para entender las imperfecciones de nuestra democracia y los resquicios por los que se cuela la sangría de la corrupción! El juez Joaquim Bosch ha escrito un libro muy completo, pedagógico y accesible para todo tipo de personas que quieran comprender cómo se articula la corrupción en España desde la dictadura de Franco hasta hoy y qué deberíamos hacer para renovar y actualizar instituciones, agencias de control y juzgados.

Me alegra que “La patria en la cartera. Pasado y presente de la corrupción en España” está siendo un éxito. Va ya por unas cuantas ediciones y se suceden las presentaciones por doquier, con aforos completos y muchísima gente interesada en este tema. Por otra parte, lamento que la maquinaria de la intoxicación y la mentira se está cebando estos días contra Joaquim Bosch, a quien están atacando con noticias falsas. El prestigio de este autor es incuestionable. Y su capacidad de acercar asuntos arduos, también.

El libro está plagado de referencias de otras publicaciones, de numerosas personas que han estudiado las prácticas corruptas, el funcionamiento de las democracias y las nuevas gobernanzas. Así, nos encontramos ante un libro, editado por Ariel, que no es tan solo una impugnación a la corrupción sino, sobre todo, una propuesta completa de cómo deben reformarse las instituciones españolas para acabar con esta lacra.

“La corrupción descompone las entrañas de nuestras instituciones” desde la “incorporación a la democracia de gran parte de los políticos del franquismo” que “prolongaron necesariamente aquella cultura política” (de acaparamiento del poder, oscurantismo, política de amiguetes, mordidas, robos, adjudicaciones a dedo, sobrecostes de obras públicas, despilfarro, burbuja inmobiliaria, connivencia con banqueros y grandes empresarios, etc). En la democracia, los partidos son “estructuras internas escasamente democráticas”, con poco control por parte de sus bases y falta de transparencia en las decisiones y balances económicos (como yo mismo he confirmado). Sin embargo “somos el país de la Unión Europea que menos reformas ha realizado de su Constitución” y, así, heredamos deficiencias en el sistema electoral, judicial, órganos constitucionales y partidos.

El autor compone su libro de dos partes: los hechos y los problemas. En la primera parte explica la corrupción generalizada del régimen franquista (contrabando, favoritismos, prisioneros esclavos, especulación, mercado negro…) y sus continuidades en la democracia, tras una transición en la que las reglas políticas y electorales dejaron de lado la lucha contra la corrupción y perpetuaron la falta de equidad, ética pública y control democrático en las instituciones. Es importante decir que Joaquim Bosch no hace una impugnación total a la democracia española, sino que señala sus carencias, pero también las buenas prácticas y cambios en positivo que se han producido.

Es muy interesante para refrescar nuestra memoria reciente la recopilación de casos comprobados y juzgados que menciona, con nombres y apellidos, para conocer esa punta del iceberg de la corrupción que ha sido juzgada y condenada. Así, de Franco al rey Juan Carlos I, de ministros franquistas a ministros y presidentes de PP y PSOE, fundamentalmente, a muchos otros políticos en puestos intermedios, diputaciones, ayuntamientos y gobiernos autonómicos, la lista de corruptos es larga y aún crece a día de hoy.

En la segunda parte, Joaquim Bosch incide en la prevención del delito, con más transparencia, igualdad a todos los niveles, independencia de los órganos fiscalizadores, amparo a los denunciantes de corrupción o educación en valores, entre otras muchas propuestas que el autor detalla.

No voy a contaros más del libro, porque lo que pretendo es invitaros a leerlo. La corrupción nos ha costado muchos millones de euros que podrían haberse invertido hacia unas vidas mejores para todas las personas, con mejor sanidad pública, educación, infraestructuras, servicios y derechos. La corrupción también genera desafección política, una perversión de la labor pública y un paso atrás en la participación de la gente en los asuntos cotidianos. Nuestra labor contra la corrupción y por unas instituciones modernas, transparentes y eficaces, es para algunos una prioridad.

“Menos corrupción siempre equivaldrá a más democracia”.

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