“Filosofía ante la crisis ecológica” de Marta Tafalla

Para que este libro te sea útil, has de acercarte a él con importantes dosis de humildad y autocrítica. Si no, es fácil que te explote la cabeza. Porque lo que plantea Marta Tafalla es valiente y, al mismo tiempo, sencillo, si nos lo proponemos. Es tan simple como dejar de hacer algunas cosas: adoptar una dieta mayoritariamente vegetal, no deforestar, no usar tantos productos tóxicos, no fabricar armas, viajar menos en avión o en coche, comprar menos cosas, usar menos energía. ¿Qué te parece?

“Lo que no tiene que decrecer es la sanidad pública, la educación pública, el sistema público de pensiones, las medidas que protegen a las personas más vulnerables, el conocimiento, la cultura, la sabiduría, la amistad, el cuidarnos unas a otras, la empatía con las otras especies, la vida salvaje, la biodiversidad”.

Marta Tafalla propone el “rewilding” (resalvajar o resilvestrar) para reconociliarnos y convivir con las demás especies. Ni más ni menos que 8,7 millones de especies eucariotas en el planeta. Y, como te puedes imaginar, este libro editado por Plaza y Valdés, provoca muchas preguntas y enciende apasionados debates, sobre ética ecológica y animal, ecofeminismo, decrecimiento justo y sensato, veganismo.

“Necesitamos un giro cultural, una sociedad que conozca mejor a las otras especies, empatice con ellas y las respete y aprecie”. El actual reto climático (que la autora describe en toda su crudeza) no se resolverá (solo) con más ciencia e innovación, sino con filosofía, con otra cosmovisión.

La autora plantea salir de la burbuja antropocéntrica y renaturalizar la vida humana, desde una perspectiva filosófica positiva, hacia formas de vida que despierten ilusión. Sugiere renunciar a dominar a los animales y respetar su libertad, para permitir que se recupere la biosfera Y, al mismo tiempo, reivindica los fundamentamos del ecofeminismo, para poner en el centro de la sociedad los trabajos de la reproducción y los cuidados.

“Para la biosfera, somos mucho más dañinos y peligrosos que nuestros abuelos”. No solo porque vivimos en un capitalismo acelerado y destructor, sino porque con el antropocentrismo hemos perdido el Norte (por decirlo fino) y necesitamos recuperar valores profundos que nos permitan hacer un tránsito muy importante. Por razones cognitivas, estéticas, de salud y por supervivencia, necesitamos romper el hechizo del antropocentrismo y desterrar el ideal de la supremacía humana. “Somos una especie más y deberíamos aspirar a convivir en paz en la comunidad multiespecie que conforma la biosfera”.

Para reconectar con la vida, la autora no se queda solo en reflexiones filosóficas y un sinfín de referencias a otros estudios y autores. También sugiere algunos pasos sencillos: visitar a menudo lugares lo más silvestres posibles, observar, permanecer en silencio, conocer y aprender con otras personas, plantearnos preguntas éticas y celebrar la naturaleza. “Si ni siquiera entiendes un poco el territorio en el que vives, ¿cómo vas a comprender lo que implica el caos climático o la extinción de especies?”.

A nivel político y social, hay algunas propuestas que merecen una reflexión: Dejar territorios amplios a dinámicas naturales, recuperar las estepas, liberar ríos y humedales, renaturalizar tramos urbanos, corredores ecológicos entre los espacios naturales protegidos, huertas comunitarias, recuperar dinámicas ecológicas para regenerar ecosistemas, fomentar un turismo de naturaleza sostenible, reconvertir tierras de cultivo poco productivas en espacios renaturalizados.

Para mí esta lectura ha sido muy motivadora y rompedora, me ha dejado muchísimas cuestiones que rondan en mi cabeza y que debemos debatir y plantear. La situación planetaria es muy preocupante para la especie humana y creo que merece la pena que nos planteemos vivir mejor con menos.

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