“Biela y Tierra en ruta”

Ana, Cris, Edurne y Sole son 4 amigas, amantes de las bicis y de la alimentación sostenible como motor del cambio, que hace unos años idearon un viaje. Durante cuatro meses y medio (entre junio y octubre de 2019) pedalearon 2.830 kilómetros por el norte de la geografía de la Península Ibérica (Aragón, Nafarroa, La Rioja, Castilla y León, Asturies, Cantabria y Euskadi). Su tránsito se detenía en proyectos vivos,, ejemplos reales que demuestran que hay alternativas desde la Agroecología y la Soberanía Alimentaria, los Ecofeminismos, la Movilidad Sostenible y un Consumo Consciente y Transformador. La mayoría de estas pequeñas realidades nacen en pueblos chicorrones, en un Mundo Rural Vivo dinámico en el que se conectan las raíces (el origen familiar o la evolución de un proyecto agrario anterior) con las ramas (de experiencias aprendidas en otros lugares del mundo, universidades y mestizajes).

De este viaje nació este libro, con el que colaboramos mediante el micromecenazgo colectivo. A medio camino entre un diario y un cuaderno de bitácora, la investigación social y el periodismo comunitario, esta publicación (editada por Pol.len) es un tesoro, por la cantidad de iniciativas que nos acerca. Además, cuenta con 6 fantásticas ilustradoras de las Comunidades Autónomas por las que pasan, que iluminan los 73 cuadernos de campo de las 160 iniciativas que Edurne Caballero y Ana Santidrián recorrieron y cuya primera versión la tenéis en www.bielaytierra.com.

Como Jaime Izquierdo nos cuenta en el prólogo, “la biela y la tierra, la energía motriz y renovable que tenemos dentro y los lugares donde florecen las nuevas energías de la tierra, en forma de alimento, son también una metáfora de nuevas formas de vida, de nuevas agriculturas que devuelvan al campo su inspiración y orienten su futuro”.

Mi primera reflexión, que comparto, es que necesitamos cooperar mejor para que nuestros proyectos superen las dificultades y consigan perdurar en el tiempo, llegar a más gente y tener un relevo más allá de las personas que los impulsan. Llevo años implicado en distintas iniciativas agroecológicas como la EcoRedAragón, Sabores Próximos o A Vecinal, entre otras, y constato que es imprescindible generar economías de escala en las que, desde lo local, seamos capaces de alcanzar metas más amplias, sin perder los valores y la calidad de nuestras producciones y actividades.

En el libro hay proyectos muy arraigados a una cultura agraria local, de personas que han sido valientes y se han atrevido a evolucionar hacia la agricultura ecológica, la biodinámica, los canales cortos de comercialización o la ganadería extensiva, y otros que podríamos simplificar como “neorrurales”, de gentes que buscaban una vida en armonía con los ciclos de la vida, la naturaleza y su entorno, fuera de las ciudades. No son mundos paralelos, sino conectados, entre los muchísimos consumidores en las urbes y la posibilidad de economías solventes en municipios muy pequeños.

Muchas de estas iniciativas, en especial cuando precisan de transformación de alimentos, se han encontrado con un infierno de trabas burocráticas. Sin la excusa de la normativa higiénico sanitaria, las instituciones deberían acompañar mejor al nacimiento y el progreso de estos proyectos, para no ser tapón, sino cómplices. Muchas de ellas no piden ayudas (otras sí, y las merecen), pero todas necesitan alianzas en las distintas administraciones, para que su trabajo se pueda centrar en lo que les gusta: la producción de alimentos, la venta directa, la difusión y formación, las actividades educativas o el ecoturismo, entre otras.

Personalmente, conozco unas cuantas de las iniciativas aquí plasmadas y doy fe de que son motor de cambio y de inspiración. Os animo a visitarlas, a consumir sus producciones, a conocer a las personas que las promueven. Y, como aragonés, estoy especialmente orgulloso de las buenas gentes que, de Zaragoza a Aínsa, de las Cinco Villas al Matarranya, de Leciñena a Loporzano, demuestran que Sí Se Puede.

¡Qué sinfín de inspiraciones!: mieles y productos de las abejas, escuelas apícolas, razas autóctonas de vacas, ovejas o cabras, manzanas, alberges, melocotones, biodinámica, talleres de autoreparación de bicis, juegos de mesa cooperativos, huertas sociales, escuelas de sostenibilidad, arroz ecológico, innovación en los aperos, hortalizas ecológicas, pastoreo, plantas aromáticas y medicinales, actividades educativas y divulgativas, recuperación del patrimonio, bancos de tierras, ayudas a domicilio a mayores, tiendas de comercio justo, autosuficiencia energética, viviendas sociales, cereales, alubias, observatorios astronómicos, huertos escolares, universidades rurales, apoyo a migrantes, mercados agroecológicos, pollos ecológicos, comedores sociales, mediadores, bosques de alimentos, viveros ecológicos, mercados locales, bioconstrucción, salud mental, periodistas rurales, conservas, escabechados, producción de setas, extracción de resina, centros de interpretación, telares, cervecerías artesanas y ecológicas, casas de paja, queserías, sidrerías, árboles autóctonos, empresas de catering, kiwis, cocina sin gluten, agroturismo, inserción de discapacidad intelectual, bibliotecas, molinos, ornitología, radios locales y libres, tradición oral, lana, obradores, feminismos, investigación, asociacionismo, rehabilitación de casas, diversificación, supermercados cooperativos, scape rooms y gimcanas, cocinas comunitarias, artesanías, gestión sostenible del agua, carnicerías ambulantes, bodegas, movilidad colectiva, luchas en defensa del territorio, campamentos de verano, grupos de consumo, escuelas de pastores, productoras audiovisuales, recuperación de caminos, actividades deportivas, redes de semillas, comedores escolares ecológicos, escuelas libres, tracción animal, mejora de la estructura del suelo, reforestación con especies autóctonas, jardines botánicos, chocolaterías, talleres ecogastronómicos y un larguísimo etcétera.

Y, sobre todo, de personas. Personas con valores: apoyo mutuo, cooperación, el consumo como acto político, afectos y confianza, solidaridad recíproca, autonomía, soberanías, unión, fuerza, decisión, trabajo serio, conciencia global para una actuación local.

Como Biela y Tierra escriben: “Finalizamos empoderadas y orgullosas de saber que nuestros pueblos están vivos y creemos que son pieza clave en el presente y el futuro (…) Existen alternativas para afrontar los retos ambientales y sociales a que nos enfrentamos”. Me sumo a sus palabras. Gracias.

 

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