“Arte de prudencia y otros ingenios” de Baltasar Gracián
Hace muchos, muchos años, el aragonés Baltasar Gracián escribió el “Oráculo manual y arte de prudencia”, libro en el que este jesuita plasmó las que consideraba normas de conducta apropiadas para una vida cotidiana con moral, control de sí mismo y buena relación con las demás.
En nuestra actual sociedad, de poca ética, mucha bronca política ruidosa e infértil, y vídeos y libros motivacionales y de autoayuda por doquier, volver a los clásicos es un respiro sensato que os recomiendo.
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, es quizás el aforismo más conocido de Gracián. O “antes cuerdo con los más que loco a solas”. Pero hay muchos más que os sonarán y otros que incorporaréis. “Hacer de los amigos maestros”; “lleva una ventaja lo sabio, que es eterno; y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán”; “plaga de hombres universales, por querer estar en todo, estar en nada”; “continuada felicidad fue siempre sospechosa”; “es pasión de necios la prisa”; “el No y el Sí son breves de decir y piden mucho pensar”; “No hay mayor desaire que el continuo donaire”; “es más fácil el prevenir que el remediar”; “Las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen”; “Que se note que el cargo le hubo menester a él, y no él al cargo”; “La queja siempre trae decrédito”; “Muchas veces empeoran los males con los remedios”; “Ninguno hay tan perfecto que alguna vez no necesite de advertencia”; “Nunca se arrime a quien le eclipse, sino a quien le realce”; “lo más dificultoso del correr está en el parar”; “Cada uno ha de obrar como lo que es, no como le obligan”; “El saber repartirlas cosas es saberlas gozar”; “Para vivir, deja vivir”; “nunca se ha de agotar la fuente del enseña, así como ni la del dar” o “Ingenio fecundo, juicio profundo y gusto relativamente jocundo” con algunos de los que me han gustado. O, dicho de otro modo y en palabras de Gracián, algunos de los que más me sirven si quiero ser “sujeto prudente, atento, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, reportado, entero, feliz, plausible, verdadero y universal. Héroe”. Ahí es nada.
En esta cuidada edición de Antonio Bernat Vistarini, publicada por Los Pequeños Libros de la Sabiduría, se recoge una muestra del librito que publicó en 1647 el jesuita Baltasar Gracián en Huesca. Sus recomendaciones son perfectamente útiles para la vida en sociedad de hoy, son sentencias directas que inciden en conocerse a sí mismo para situarse en una distancia justa con el prójimo. Su expresión, propia de la Edad Barroca, es refinada y culta, pero lo que hay de fondo, son los dichos y refranes populares que se han transmitido de forma oral de generación a generación. De hecho, esta edición se amplía con una recopilación de iconos y refranes relacionados con el arte de la prudencia.
Al inicio, Bernat explica que ya desde la época medieval se representaban 4 virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Y de ellas la más humana y ambigua, es la prudencia. “El arte de la prudencia es la artimaña del superviviente en un mundo cansado, escarmentado y viejo”, escribe.