“Guerra y cuchillo” de Daniel Aquilué

“Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abrirase vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde», escribió Pérez Galdós. “Yo lo vi”, dibujó Goya en su serie de Desastres de la guerra. Las tropas imperiales napoleónicas querían invadir Zaragoza y vinieron con todo. La ciudad, muy floja de soldados profesionales pero llena de civiles con rasmia, hizo frente a la ocupación. Frente al ofrecimiento invasor de “paz y capitulación” cuando las tropas aragonesas estaban sitiadas, los defensores respondieron: “guerra y cuchillo”.

Daniel Aquilué ha escrito un buen libro para conocer y comprender el por qué de tantísimo sufrimiento, en un asedio terrorífico que acabó con la vida de decenas de miles de personas. A primeros del S.XIX en Zaragoza vivían unas 50.000 personas. Durante el Segundo Sitio, en el duro invierno, se hacinaron unas 100.000 para resistir al ejército de Napoleón. Más de dos de cada tres murieron, en los durísimos bombardeos, los combates casa a casa y, sobre todo, por el tifus y las penosas condiciones de higiene y vida.

La historia de los Sitios es “intensa y más poliédrica de como a veces se ha contado”, en palabras del autor. “Cuando el vecindario zaragozano tomó las armas a finales de mayo de 1808, nada estaba escrito, todo era posible”. Así, en las más de 300 páginas del libro, Aquilué nos narra con el rigor histórico de sus estudios e investigaciones, los pormenores de este episodio tan importante de nuestra historia local.

Napoleón no esperaba semejante resistencia, de un pueblo con poquísima instrucción militar, armas y destreza en el manejo de las mismas. Pepe Palafox, sin experiencia militar ni mérito alguno, supo aprovechar la oportunidad del momento para dirigir un Primer Sitio desde Belchite, con batallas sobre todo fuera de Zaragoza, y un Segundo Sitio con todas las tropas en la ciudad, en una guerra urbana despiadada, en la que los franceses reventaban con minas cada fachada y las zaragozanas respondían con todo lo que tenían a mano. Los dos asedios fueron un tremendo drama humano. De una parte, las bajas invasoras fueron muchísimas más de las esperadas. De otra, el Ejército de Aragón y el reclutamiento masivo de todo tipo de personas, llevó a una suerte de fanatismo por el Rey Fernando VII, la religión y, sobre todo, para defender su propia ciudad, su casa, sus tierras.

Merece la pena conocer los detalles de esta terrible guerra, que desencadenó la violencia popular y la conspiración contra el poder encarnado por Godoy, Carlos IV y Napoleón, la crisis económica, la pobreza, la escasez de alimentos y la epidemia de fiebre amarilla. Una situación de descontento a la que se sumaron bulos y noticias falsas como que Napoleón venía a secuestrar a jóvenes para llevárselos a sus guerras por el norte y este de Europa.

Más allá de los topicazos del orgullo y la nobleza aragonesa, estos Sitios son, para mí, un ejemplo más de lo terrible de las guerras, del enorme dolor y pérdida de vidas que conllevan, más allá de la mitificación de algunos de sus protagonistas e incluso de la manipulación histórica que algunos despiadados tratan de ejercer y que con este libro Aquilué contribuye a juzgar con rigurosidad.

Libro imprescindible para zaragozanos, que debemos conocer lo que aconteció en lugares que paseamos a diario: Arrabal, Puerta del Carmen, Magdalena, Aljafería, Coso, etc. Y nombres que llenan nuestro callejero.

 

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