«España» de Santiago Alba Rico

Justo cuando terminaba de leer “España” de Santiago Alba Rico, recibía un whatsapp de un destacado líder político que criticaba mi “oceánica ignorancia” y mi “santa inconsciencia”, a raíz de la última polémica tuitera por unos mensajes sobre Hernán Cortes y el genocidio castellano en América. Muy oportuno. Este libro, en cierta medida, tiene que ver con los mitos del nacionalismo español.

Santiago Alba Rico es un filósofo español que vive y da clases hace años en Túnez. Desde hace dos décadas, le leo con mucho interés porque de sus lecturas siempre sugerentes emanan reflexiones útiles y planteamientos políticos y filosóficos que seducen hacia acciones fértiles. En este caso, Alba Rico publica con la editorial Lengua de Trapo un ensayo muy personal en el que plantea su punto de vista sobre España, sus mitos, sus selfies y sus fantasmas, a partir de referencias desde Galdós hasta el actual José Luis Villacañas, en una profusa bibliografía de referencias de historiadores, autores y políticos como Cervantes, Costa, Almudena Grandes, Sergio del Molino, Américo Castro, Juan Manuel de Prada o Sánchez Ferlosio, entre innumerables lecturas referenciadas en el capítulo final del libro.

Alba Rico plantea que para luchar contra la España que no nos gusta debemos enfrentarnos con inteligencia a las tesis del peor nacionalismo español encarnado por Vox (y no solo) y, sobre todo, construir otras formas de pensar, distintas a las referenciadas en tópicos e instituciones que debemos cambiar desde abajo, sin entregar a la peor derecha algunos referentes literarios, símbolos e incluso paisajes en disputa.

En un momento determinado de su vida, Santiago Alba Rico descubrió que “uno podía ser y decirse español sin querer bombardear Barcelona, defendiendo la renta básica y apostando por los movimientos sociales, la democracia y el decrecimiento económico”, especialmente en el 15M y el primer Podemos. España tiene una “débil existencia como nación” y “no tiene arreglo”, escribe el autor. Podríamos caminar hacia una España sana y razonable si hablamos de una “constitución plurinacional” y “pluriafiliativa”, en plural, que supere el afán uniformizador, la monarquía y la falsificación de su propia historia “para poder caber en ella”.

Alba Rico también plantea un “diálogo constituyente transgeneracional” hacia la construcción de una verdadera democracia y civilización. “Porque hay millones de personas que llaman a España cosas muy diferentes”, en un lugar que dejó morir el campo, se “desmediterraneó” y se “desproletarizó”.

La ultraderecha hoy recupera ese rollo de la reconquista de hombres viriles y pendencieros que agitan la escena política para avanzar su proyecto (que ya Franco practicó) “de casta y señorío”, Iglesia y Monarquía, hacia la “desaparición física y/o legal de la mitad de España”. Eso que ellos llaman la “anti-España” y en donde cabemos casi todos: nacionalismos periféricos, rojos, gays, feministas racializados o frikis, a los que los españolazos católicos y godos señala como “progres multicultis”.

Como suele hacer Santiago Alba Rico, sus reflexiones alternan pensamientos complejos y profundos con referencias clásicas, literarias y vivencias autobiográficas, desde las fábulas griegas a sus paseos familiares por el románico aragonés. Un libro muy interesante, para leer con calma y debatir sin descanso.

 

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