“El sueño del tiempo” de Carlos López-Otín y Guido Kroemer

¡Cómo he disfrutado con este libro! ¡Qué maravilla de ensayo sobre el envejecimiento y el inevitable paso del tiempo! ¿Quién no ha reflexionado y conversado alguna vez sobre estos temas?

Carlos López-Otín y Guido Kroemer son científicos que investigan el cáncer, los genes, las claves moleculares del envejecimiento y las muertes celulares. Estamos, por tanto, ante un libro científico, en el que los autores no hablan por hablar, no manipulan con maguferías ni se inventan chorradas, sino que exponen sus reflexiones y análisis desde su conocimiento y experiencias de años de estudios e investigaciones colectivas, por las que son reconocidos a nivel internacional.

Sin embargo, “el sueño del tiempo” no es tan sólo una exposición de sus principales certezas sobre la longevidad, sino que es también una reflexión (diría que filosófica y política) acerca de cómo afrontamos el paso del tiempo, cómo ha evolucionado nuestra percepción y medidas del mismo, cuánto influyen nuestros determinantes sociales, ambientales y de hábitos en la prevención de enfermedades y qué podemos hacer individual y colectivamente para mejorar nuestra vida, que es de lo que se trata.

Estoy contento porque de la parte más científica de su exposición he aprendido muchísimo. De cómo en nuestro organismo hay diferentes relojes moleculares en las diversas células, “múltiples relojes de la vida que trabajan simultáneamente” junto a otros seres vivos como bacterias y microbios que, entre todos, mantienen nuestro ecosistema armónico y que, en algunas ocasiones y con el paso del tiempo, falla y hace evolucionar nuestra existencia.

También estoy contento porque en los términos rigurosos en los que plantean sus sugerencias, estoy definitivamente de acuerdo, hasta donde llegan mis conocimientos y prácticas personales.

En el libro hay constantes referencias históricas, culturales, científicas y artísticas a algunos momentos de nuestra historia que los autores destacan para enriquecer nuestra comprensión de cómo se originó el tiempo, cómo lo medimos, cómo nos enfrentamos a la flecha del tiempo, las enfermedades e imposiciones de la vida occidental “moderna”, etc. En cuanto a las referencias de investigadores, músicos, pintores, cineastas y pensadores encontramos a Sindulfo García, H.G.Wells, Ray Bradbury, Kurt Gödel, Stephen Hawking, Johannes Hevelius, Christian Huygens, Borges, Steve Horvath, Bill Utermohlen, Willeeem de Kooning, Darwing, Robert Boyle o Cynthia Kenyon, entre otros. Tan sólo una crítica: echo en falta más mujeres.

No quiero destriparos el libro porque prefiero animaros a que lo compréis y lo leáis. Está editado por Paidós y seguro que lo tenéis en librerías y bibliotecas. Acabaré con algunas certezas: alejémonos de los negocios que venden elixires mágicos de la eterna juventud y tratamientos clínicos milagrosos y con poco recorrido empírico; “ocupémonos de nosotros mismos y cuidemos de los demás”; luchemos contra las desigualdades entre las personas, las guerras que nos matan y las contaminaciones que nos intoxican; sigamos avanzando en medidas higiénicas, medicinas preventivas y vacunas; evitemos la obesidad y comamos alimentos variados, saludables, frescos, de temporada, sin procesados innecesarios; reduzcamos calorías y atrevámonos con algún ayuno intermitente; movámonos en nuestro día a día; busquemos nuestro equilibrio emocional, vocaciones y el sentido de nuestras vidas; y reconciliémonos (si alguno lo habéis perdido) con los ritmos circadianos y los ciclos naturales de la vida. En definitiva: “El envejecimiento es un proceso natural, complejo y democrático que a todos nos afecta y a todos nos iguala”.

Acabo ya, que como escribió Baltasar Gracián, “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

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