“El peón” de Paco Cerdà

Este libro es, ni más ni menos, el Libro del año 2020 de la Librería Cálamo. Y eso es mucho. Va en primer lugar mi felicitación a mi librería zaragozana de referencia y mi agradecimiento a sus lectores por haber votado este estupendo libro, editado por Pepitas de Calabaza.

“El peón” va de ajedrez y, sobre todo, va de peones, de personas que se saben peones, que tal vez sueñan con convertirse en damas, pero siempre saben en qué bando están y qué rol juegan. Siempre hacia adelante, antifascistas, pacifistas o defensores de las libertades, por debajo de otras piezas, caballos, alfiles, torres, damas y reyes.

El peón protagonista del libro es Arturito Pomar, nuestro pobre cartero español, temprano fuera de serie en el ajedrez, y como otros niños rotos de la canción o del cine, relegados al ostracismo en un “país cainita y desagradecido que abandonó a su niño prodigio”.

En paralelo a nuestro mejor ajedrecista durante los pesados años del franquismo, otro peón de la Guerra Fría, jugador sensacional, Bobby Fischer, procedente de un mundo lejano, Estados Unidos, con una ambición que le lleva a ser el número 1 del mundo (en tablas con nuestro Arturito) y, a continuación, un renegado de su rol imperial y perseguido por sus rebeldías y desacatos.

Paco Cerdà alterna la reseña de la mítica partida entre ambos en Estocolmo en 1962, con una minuciosa crónica de sus dos vidas y un collage diverso de personas que durante esos años se implicaron en las luchas antifascistas o por los derechos civiles. Julián Grimau, Gary Powers, “Caracremada”, Robert F. Williams, Román Alonso Urdiales, Ronald Stokes o Marcos Ana son algunos de esos peones. Quizás echemos en falta alguna mujer peón (o peona).

Así, este libro es un tributo al compromiso y la implicación personal, a la tenacidad y constancia de muchas personas diversas que lucharon y luchan por un mundo mejor, desde un bando determinado, delimitado y marcado, negras o blancas,. Aunque peones y reyes “nunca se cruzan pese a compartir tablero o bando”… “una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”.

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