Uno para todos y todos para uno
Nunca había estado tan implicado en un movimiento político multitudinario y quiero seguir estando. ¿Cuántas veces habré dicho que yo “no me siento muy de Podemos”? Me explico. Podemos es la herramienta, el encuentro, la plaza. Lo importante es eso, la comunidad, sentirnos parte del mismo proyecto, ser pueblo. Y sentirnos poderosos. Porque lo somos. Eso me gusta. Gritar Sí Se Puede. Porque Sí Se Puede. Y cambiamos cosas. Muchas cosas. Alcanzamos conquistas sociales y mejoras materiales que sin nosotras en primera línea serían impensables. Si no estuviéramos nosotras, estarían otros. Y todo lo penoso que traen.
Llevo 20 años en colectivos sociales en los que experimentamos con todo: en cooperativas y redes de economía solidaria, con formas de comunicación alternativas, en huertas y mercados agroecológicos con experiencias diversas y variopintas que trazan el camino hacia un mundo en el que queremos vivir como iguales, con justicia y oportunidades para ser felices.
En Podemos encontré más gente y más ganas, más acierto en los mensajes y más capacidad. Las ganas, el acierto y la capacidad de un conjunto hermoso de muchísimas personas que, en las teles, en las asambleas, en los Círculos, en el trabajo invisible, en las grandes ciudades y en los pueblos más pequeños, trabajan con valores comunes frente a las amenazas que ayer y hoy traen negras tormentas a nuestros barrios y municipios. Los errores y debilidades. nos pertenecen también. Las lecturas y causas son diversas. ¡Esto es política! (y yo me cuido de hacerla en los espacios que corresponden).
Hace 20 años empecé a participar en movimientos sociales (y no votaba), hace 10 años me enredaba en todas las luchas que podía (y no votaba), hace 5 años me impliqué en el origen de Zaragoza en Común (y no voté porque vivo en Nuez de Ebro), hace 4 años entré en Podemos (y empecé a votar, al principio en una urna y luego cada pocos meses en cuantos procesos internos hemos celebrado). Hoy quiero seguir participando (y votando) porque aquí nos estamos jugando un planeta, una sociedad, un país.
Me gustaría seguir participando (y votando) en una organización política distinta a “lo de siempre”, con sus sectarismos, escasez de miras, líderes mesiánicos, enormes ombligos y jibarización de la organización. Aquí estamos de paso, por eso lo que aportamos en cada momento puede ser fecundo o demoledor en el espacio político en el que seguirán otras personas cuando nosotras volvamos a nuestros trabajos y responsabilidades familiares o en otros ámbitos sociales.
Mi parte, como siempre (con mis aciertos y errores) va a ser acercar posturas, con honestidad y libertad. Junto a muchas personas más. Siempre en colectivo. Y no callarme, tomar partido, mojarme. Con nuestras contradicciones y sacrificios. Defendiendo lo que creemos que hace de este mundo un lugar mejor. Más allá de los vaivenes de estos tiempos vertiginosos de política y redes sociales, seguimos y seguiremos luchando por lo que es justo, por nuestros derechos.
Ni pablista, ni anticapi, ni errejoner. Ni Podemos ni ZeC. “Todos para uno y uno para todos” que gritaban los Mosqueperros. La mayoría de la gente que conozco no se identifica con una sola identidad o con un solo grupo. Somos Comunidad, pueblo, colectivo. Las etiquetas y nombres, que sirvan para unirnos, no para dividirnos. Las personas tampoco hay que idealizarlas, porque todas aportamos y todas somos necesarias o prescindibles, según los momentos y las decisiones que tomamos.
Ahora, más que nunca, necesitamos reflexión, autocrítica, evolución y aciertos. Porque las vidas de millones de personas están en juego. Las de esta generación y las de la que nos sucederá. Y dentro de una Tierra que nos está pidiendo a gritos que reaccionemos. No caigamos en el derrotismo, porque atisbo mucho entusiasmo por delante, altura de miras, generosidad, cambios y conquistas.