“Tierra de mujeres” de María Sánchez
Este libro es el cordón umbilical de una mujer veterinaria, entre su pasado familiar y su reivindicación de un mundo rural vivo. Es un ensayo personal y también un manifiesto político. No está lleno de propuestas sino de sentimientos. Este libro ensalza el vínculo que necesitamos para amar nuestros pueblos y la vida en el campo.
María Sánchez ha escrito un libro precioso, en el que reconoce la labor de las mujeres rurales. Mujeres en muchos casos invisibilizadas, al margen de las propiedades de la tierra, analfabetas, relegadas a un plano escondido y que no han podido escribir su propia historia. María habla de eso, de sus ancestras, de quienes ha heredado su pasión por lo rural.
Su mirada es feminista. De una nueva generación que reivindica un feminismo de todas y para todas, en el que no se olviden los márgenes, que incluya la visión de los pueblos y también a las mujeres del campo más precarizadas. María señala ese pasado machista, que imponía “hermanas de un hijo único”. Pero no lo hace con amargura, sino con orgullo feminista rural. Con empoderamiento de lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde podríamos seguir caminando.
Este libro da voz a las mujeres rurales. Y lo hace en primera persona y desde lo rural. No es un hombre quien escribe, no es un urbanita romántico ni un estudioso de la universidad. Es una mujer veterinaria, criada en una familia de campo, relacionada desde su infancia con las faenas de la tierra.
Por supuesto que nuestros pueblos necesitan servicios públicos de calidad, los mismos derechos y oportunidades. Pero también necesitan reconocimiento y voces propias que acaben con ese sentimiento de inferioridad rural tan impuesto durante siglos. Esta voz propia, de María Sánchez, es fértil y no llega tarde. Las ciudades y los pueblos nos necesitamos mutuamente. Es la hora de atrevernos a volver a lo rural, como algunos llevamos años haciendo, y plantear soluciones y alternativas hacia la agroecología, la ganadería extensiva, la biodiversidad, la soberanía alimentaria y una armonía en nuestros territorios diversos.
“Habiendo comida no tengo miedo de nada”. Me ha encantado esta frase de su abuela.