Racistas, ignorantes, nuestros abuelos también fueron inmigrantes
Del campo a la ciudad. A Alemania o incluso a América. Nuestros yayos tuvieron que migrar. Y hoy muchos de sus nietos, también. Cuando no nos movemos por placer, lo hacemos porque está difícil vivir en nuestro lugar o aspiramos a algo mejor. Y si nos azota una guerra, el hambre o una vida de miseria, migrar es pura supervivencia.
Ante esto, tan común en nuestra historia como humanidad, políticos viejos, muy viejos (aunque se echen cremas y aspiren a parecer eternos jóvenes) tratan de perpetuarse en sus privilegios y poder político agitando una bandera muy peligrosa e injusta: «¡Alerta, nos invaden! ¡Escondan a las mujeres y niños, que se nos comen!»
La cultura del miedo les ha ido hasta ahora fenomenal. Solo quieren seguir mandando, cueste lo que cueste y a costa de quien sea, y aquí les tenemos: Rivera, Casado y toda la trupe de políticos europeos racistas y xdenófobos, que se mueven en la órbita de Le Pen, la Liga Norte o Vox.
En la novela que estoy leyendo, Almudena Grandes escribe: «En las personas valientes, el miedo es sólo la consciencia del peligro, pero en las cobardes, es mucho más que ausencia de valor, el miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción». Así es. Tal cual. Por eso escribo que los racistas son ignorantes.
Que no nos engañen. La inmigración no se puede abrir o cerrar como un grifo. Si hay pobreza, si hay conflictos…. habrá personas queriendo huir. Luchemos por la justicia social, para un mundo justo e igualitario. Los inmigrantes no nos quitan el trabajo ni nos están invadiendo. Mirad la tabla y veréis como, aunque la población mundial aumenta a cientos de millones cada año, el número de inmigrantes que llegan a España es pequeñísimo. Tan solo el 9,5% de la población española tiene origen extranjero. En 2009 era un 12,22%. Tenemos muchos más problemas con la emigración de nuestros jóvenes y algunos de nuestros mejores talentos.
Nos sobran discursos racistas y nos faltan políticas migratorias solidarias, que velen por la seguridad de las personas, que impidan que el Mediterráneo se convierta en una gran tumba abierta, que se cierren los CIEs, donde se vulneran los Derechos Humanos. Europa se fundó en el antifascismo y nos toca preservar valores de solidaridad y apoyo mutuo, para frenar el auge del racismo y el fascismo.
Para mejorar nuestras vidas, no machaquemos más a quienes peor están. Trabajemos, como estamos haciendo, por construir una sociedad con más derechos y oportunidades para todas. Son los recortes, la imposición de la austeridad neoliberal y la corrupción los que amenazan nuestras vidas. Aquí, hay que frenar al PP, Ciudadanos y sus ultraderechas, para no repetir oscuros episodios de nuestra historia.