Mi crítica a «Señor Ruiseñor» de Els Joglars
En la celebración de los 80 años de Radio Zaragoza David Angulo (músico de OregónTV) me recomendó “Señor Ruiseñor” de Els Joglars, este fin de semana en el Teatro Principal de Zaragoza. David ha trabajado en la obra, diseñando los espacios sonoros. Otro aragonés, Alberto Castrillo-Ferrer, se ha encargado de la Dirección escénica.
No me lo pensé dos veces y saqué dos entradas para ir al teatro con mi mamá. Además, tras la representación habría un coloquio con la compañía, Els Joglars, y tenía interés en escucharles. Me sorprendió que su proceso creativo parte de un folio en blanco, no empiezan con un guión sino desde improvisaciones que van enriqueciendo sus obras.
La historia gira en torno a Santiago Rusiñol, un hombre renacentista de una familia burguesa catalana de finales del S.XIX primeros del XX. Rusiñol le dio a la pintura, escribió teatro, fue bohemio en París y poeta. A raíz de sus dolores renales, se enganchó a la morfina, droga que tiene mucha relevancia en sus vivencias.
En “Señor Ruiseñor” Els Joglars utilizan a este personaje, que reivindica paisajes y jardines de España, como guía para hacer una crítica feroz al catalanismo no español. La obra es una sátira tremenda a todo el universo independentista, que llevan al extremo, incluso al estigma. José Luis Melero escribía “para mi gusto excesivamente cáustica” y comparto la apreciación. He tenido que mirar el diccionario para coincidir en que es “crítica, tiene ironía aguda y malintencionada”.
Cualquiera que conozca la sociedad catalana sabe que ni tanto ni tan poco. Es decir, que fanáticos hay (como en todas partes), estúpidos y soberbios, también. Pero, sobre todo, hay colores y distintas tonalidades. En Catalunya y en todas partes. Els Joglars han optado por la caricatura y al humor más despiadado y sarcástico. Y a mí me gustó. Lamento que en Catalunya (como dijo una de las actrices) no van a representarla “por falta de público”.
Yo me reí y mi mamá también. El público, que llenó el teatro, disfrutó. Hubo risas, aplausos y muchas personas en pie. Las interpretaciones (destaca la de Ramón Fontsere), coreografías, música, juegos con objetos e imágenes, son impecables. Teatro del bueno, del buenísimo.
Eso sí, para conocer la realidad catalana, mejor verla con nuestros propios ojos y desde diversos puntos de vista.
Es la primera vez que veo a “Els Joglars” y espero que no sea la última.