“Los árboles” de  Percival Everett

“Menos del uno por ciento de los autores de linchamientos han sido declarados culpables de algún crimen. Y sólo una pequeña parte de ésos han cumplido una sentencia”.

¡Qué regalazo me hicieron mis amigos por mi cumpleaños! ¡Qué libro más bueno! En el fondo, Percival Everett ahonda en los linchamientos con motivos de odio racial, los asesinatos de personas negras a manos de turbas de racistas blancos. En la forma, el autor estadounidense nos ofrece una novela deliciosa, con diálogos en los que la ironía, el humor absurdo y la crítica a una sociedad anclada en prejuicios hace que te enganche desde la primera hasta la última página.

“Los paletos podemos manejarnos”, creen. Pero la realidad les supera y, desde fuera, la miseria moral e injusta en la que viven llama poderosamente la atención y genera, como hace Percival Everett con acierto, un sinfín de situaciones y conversaciones terroríficas y, al mismo tiempo, cómicas. En Money (Mississippi), donde aún no ha llegado el Siglo XXI (ni siquiera el S.XX en algunos casos) las relaciones familiares, entre amigas, vecinos o compañeros de trabajo son cutres, en la acepción más fina que se me ocurre.

“El horror de los linchamientos formaba parte de la normalidad en la América Negra”. Asi se entiende el título de la novela, “Los árboles” (donde solían colgarles).

En ese contexto, dos policías de ciudad, parecidos a Saquille O’Neal y Samuel L. Jackson tienen que resolver unos crímenes horrendos que se repiten en diferentes momentos y ciudades. Ahí está el cogollo de la historia, con su intriga, sus pesquisas y sus fantasmas. Pero no busquéis una novela negra al uso porque no lo es.

Editado por  Conatus Publicaciones, este libro de 350 páginas es súper recomendable. Tiene incontinencias sexuales, ninjas, KuKluxKlan, distopía zombie, policías bizarros, y guerra racial entre negros y “buenos americanos blancos”. ¿Qué más podemos pedir para pasar un buen rato? En muchos momentos he sentido que leía el guión de una película, tipo Reservoir Dogs o Pulp Fiction.

“La muerte nunca es forastera. Por eso le tenemos miedo”.

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