¡Gracias Ecomarcha 2024 de Ecologistas en Acción!
La Ecomarcha de Ecologistas en Acción es una actividad con un potencial político y ecosocial tremendo. He estado 14 días pedaleando desde Zaragoza hasta Santander en un grupo de más de 150 personas de todas las edades y procedencias, que hemos convivido y reivindicado que ¡sin biodiversidad no hay vida!
Son muchas las emociones y alegrías de estas semanas. Resumiré en dos: somos personas muy afortunadas porque a las puertas de nuestras casas o muy cerca, hay espacios naturales increíbles. Tenemos la suerte de poder conocer y disfrutar de lugares hermosos y variados, llenos de vida en ecosistemas súper diversos, en una tensa convivencia con la actividad humana, que en demasiados casos amenaza y destruye:
Nada más salir de la ciudad del cierzo, la ruta junto al Canal Imperial de Aragón nos acercó a la naturaleza de ribera, con sitios muy agradables como las murallas de Grisén y zonas donde avistar aves esteparias por todo el camino hacia Navarra; pese a la ocupación de los ejércitos para la preparación de las guerras, las Bardenas sorprendieron al pelotón; y aunque no querían que la viéramos, llegamos a la macrogranja de vacas en Caparroso, una barbaridad que acaba con las vaqueras familiares; el río Aragón repleto de fauna y flora autóctonas; la preciosa Laguna de Pitillas; macroplantas de molinos y placas a veces en lugares que deberían ser protegidos; las obras del Tren de Alta Velocidad arrasando paisajes y huertas; el necesario proyecto de anillo verde en Tafalla; la infinita ambición de unos pocos que pretenden construir líneas de alta tensión que arrasarían a su paso; la preciosa vía verde de Lizarra; los baños y amenazas sobre el río Ega; la necesidad de proteger al lobo; el barrio okupado y autogestionado de Errekaleor; el tremendo anillo verde de Gasteiz, con el río Zadorra y el Parque de Salburua, entre otras decenas de rutas ciclables y paseables; las bicicríticas en ciudades diversas como Zaragoza, Gasteiz o Santander; la frondosa Euskadi, con sus ríos, cascadas, montes y valles; los proyectos agroecológicos de Orduña como la granja Tologorri, la cooperativa de vivienda compartida Ametxe o el proyecto de ecoaldea Valyter, entre otros muchos proyectos transformadores; las estupendas vistas del Parque Natural de Armañón y los Jorrios desde el Alto La Escrita; las preciosas exposiciones sobre insectos, aves y biodiversidad de Ecologistas en Acción, personas y colectivos hermanos; los problemas con la contaminación y la nefasta depuración de las aguas en muchas partes; las playas cantábrica amenazadas por el turismo depredador; las jornadas playeras en Somo y Liencres; la dilapidación de fondos públicos para ampliar aeropuertos que nos impone cavar más y más en un pozo insostenible y caníbal; las banderas negras en puntos de costa que deberían ser defendidos de la destrucción.
Han sido tantos los lugares visitados, que me dejo muchos. La segunda cuestión que quería destacar es la gente, las personas. Podemos ser seres despreciables, como muchos de los causantes de tantas tropelías y las que odian sin parar, o podemos ser buenas antepasadas, personas conscientes y fraternas que sabemos vivir bien sin fastidiar a nadie ni al medio ambiente. En este sentido, quiero dar las gracias a todas y cada una de las personas que durante estos 14 días hemos aportado lo mejor de nosotras mismas: las ecomarchistas con su esfuerzo, alegría y sentido común; las personas de Ecologistas en Acción que hace que todo ruede como la seda; a gentes que por todas partes contribuyen a que sea posible la esperanza y la construcción de alternativas; a quienes facilitan y ayudan; a las que cuidan y arriman el hombro; a las generosas y amistosas; a quienes nos han aplaudido y apoyado por donde hemos estado. Aunque hay quienes quieren que el ecologismo social sea visto como un incordio o un enemigo a batir, la realidad que hemos vivido, en general, es la de una simpatía y adscripción popular con las bicicletas,la ecología y la comunidad.
Dicho esto, la vida sigue. Con esa tensión permanente entre la preocupación por lo mal que está mucha gente y el planeta, y la convicción para vivir mejor de una manera más saludable para todas. Gracias, Ecomarcha, porque para mí ha sido una experiencia que me ayuda a seguir con más energía, positividad y entusiasmo. ¡Hasta la próxima!