“Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI” de Erik Olin Wright
Tal vez os sorprenda lo que os voy a decir: Este es un libro que me habría gustado escribir. Y, por supuesto, leer. Os contaré por qué: en menos de 200 páginas Erik Olin Wright es capaz de explicar con un lenguaje sencillo lo que es el capitalismo y cómo podemos superarlo para construir una sociedad mejor. Consigue transportarte desde conceptos académicos y reflexiones intelectuales hasta propuestas concretas, alternativas desarrolladas en la economía solidaria, en relación con las instituciones, a la aglutinación en torno a valores, identidades e intereses, y a la construcción de movimientos sociales. “Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI” fue concebido como resumen divulgativo de su influyente libro “Construyendo utopías reales”.
Este es un libro póstumo. Erik Olin Wright falleció en 2019 de una fulminante enfermedad. Y tuvo el tiempo justo para dejarnos esta publicación editada por Akal. “Hasta su último aliento, siguió siendo un optimista y un verdadero utópico”, nos cuenta su colega Michael Burawoy en el epílogo. Desde su estudio del marxismo y la evolución en la práctica de las realidades sociales y económicas, Erik Olin Wright “nos dio un marxismo que constituía la conclusión definitiva y la crítica suprema de la sociología, un proyecto práctico y teórico que nos invitaría a todos a forjar un mundo mejor”. Porque de eso se trata, de ver cómo hacemos para vivir en “otro mundo posible”, en el que “mejoren las condiciones de prosperidad humana para la mayoría”. Y “los elementos de este mundo están siendo ya creados en el mundo actual”. “Hay formas de transitar a ese otro mundo”, de construcción de una alternativa.
El autor comienza con la definición del capitalismo, un sistema “irracional, que crea inestabilidad y despilfarro”, “está destruyendo el medio ambiente”, está conectado con el “militarismo y el imperialismo” e impone “crecimiento económico que va unido a la miseria de muchos”. Plantea diferentes maneras de relacionarnos con el capitalismo: desmantelamiento, domesticación, resistencia y huida para, a continuación, plantear una estrategia de erosión del capitalismo para una transición al socialismo democrático, que comparto y en la que me he sentido interpelado y reflejado.
Se trata de construir una alternativa creíble a través de la profundización de la “producción colaborativa entre iguales” de los elementos no capitalistas de nuestra sociedad y convertirlos en elementos anticapitalistas, con propuestas como la renta básica universal, la banca pública, la democratización de las empresas, la recuperación de los servicios públicos y la provisión estatal de bienes (sanidad, educación, cultura, cuidados, transportes, procesos comunitarios, energía, agua, alimentos…), la cooperación y la colaboración entre iguales.
Involucra necesariamente al estado, para aprovechar sus contradicciones hacia la “igualdad de acceso a los medios materiales y sociales necesarios para una vida próspera”, democracia para “participar de manera significativa en las decisiones que se tomen sobre cosas que afectan a su vida” y solidaridad para “cooperar y un compromiso genuino con el bienestar ajeno”. Especialmente interesante es su análisis de la relación entre anticapitalismo y el Estado, con aportaciones hacia su “descentralización democráticamente empoderada”, nuevas fórmulas de participación ciudadana, nuevas instituciones de representación democrática e incluso de las reglas del juego electoral.
Me ha gustado mucho el último capítulo, sobre “cómo crear actores colectivos con coherencias y capacidad de lucha suficientes para sostener el proyecto de enfrentarse al capitalismo”. Más allá de Marx y su “proletarios del mundo, uníos”, Erik Olin Wright planteaa ir más allá de la clase obrera como agente protagonista de la revolución, pero no profetiza ni prefigura quién hará un mundo mejor, sino que inspira al activismo en un nuevo socialismo, desde el movimiento sindical, los movimientos sociales, el activismo comunitario y la economía social y solidaria, sin excluir a partidos políticos progresistas, “capaces de aprobar la legislación necesaria y de aplicar nuevas reglas del juego”. Esto es precisamente lo que hizo durante su vida, desde el academicismo pero en conexión con los movimientos y los jóvenes, como brújula moral de la izquierda para personas como Vivek Chibber, uno de sus más destacados discípulos que escribe un emotivo obituario con el que acaba este libro que os animo muchísimo a leer, estudiar y practicar.