Banalizar con el terrorismo es muy ruin y peligroso
Frivolizar con el concepto de terrorismo es algo que no podemos permitir. Los terribles atentados terroristas, asesinatos, bombardeos… no son comparables a expresiones de libre expresión, acciones de desobediencia civil o incluso sabotajes. ¿Cómo comparar los atropellos mortales de Barcelona y Cambrils con los CDR que cortan carreteras?
Hace unos días estuvimos en Catalunya y nos pilló un inesperado corte de carreteras. A la media hora, vimos a familias completas, festivas y pacíficas, tutorizadas por los agentes de tráfico. Como otras muchas veces he visto o incluso protagonizado cortes de carreteras para exigir derechos de nuestros fruticultores o reivindicar la liberalización de la AP2 en mi pueblo. Algunas de estas acciones pueden suponer algunas molestias, identificaciones o multas, y ya.
En un lugar en el que hemos sufrido el terrorismo y aún hoy la amenaza yihadista está ahí, en donde hace apenas unas semanas un paramilitar peligrosísimo asesinó en los campos de Teruel a José Luis Iranzo y dos Guardias Civiles, conviene no banalizar con delitos de terror. Una pelea de bar no es terrorismo, una canción no es terrorismo, un chiste contra el Rey no es terrorismo, la paralización de un desahucio no es terrorismo.
Mucho ojo con los pactos para cambiar el Código Penal, porque la intención es clara: aún sin ETA, todo es ETA. Todo lo que ellos quieran, para esconder sus vergüenzas. Esta lógica perversa, basada en el derecho del enemigo, busca acabar con los adversarios políticos. Mucho cuidado con esto, porque no podemos convertirnos en Turquía y que se vulneren los derechos más elementales, a la libertad de expresión y a la acción política.