“Metamorfosis” de Yayo Herrero

La propuesta de Yayo Herrero es una revolución humilde, desde abajo, antropológica, ecofeminista. Es una invitación a actuar en colectivo, a no resignarnos, a conversar y a aprender a vivir mejor, con bondad, alegría, amor, comunidad, apoyo mutuo, saberes compartidos, cuidados repartidos y horizontes deseables de esperanza ante un escenario planetario terrorífico.

“Las conversaciones funcionan y necesitamos desplegarlas en todos los ámbitos y escalas”.

Yayo Herrero no esconde la gravedad del momento: la situación global está llena de injusticias, genocidios, violencias y poderosos capitalistas manejando para sus beneficios todos los recursos del mundo. Su avaricia escapista ante el fin del mundo les lleva a buscar salidas imposibles, dentro de los límites terrestres o por la galaxia, para huir de nosotros. Frente a ellos, Yayo propone que nos impliquemos, que no claudiquemos ni demos la batalla por perdida. A pesar de la información de que disponemos, pese a que sepamos que muchos de los cambios van a ser impredecibles, hay una certeza que nos da cierta confianza: pase lo que pase, juntas, tenemos el reto de “aprender a habitar la Tierra”.

“Flipada con la posibilidad de escapar de la mortalidad y dopada hasta las trancas con energía fósil, la cultura extraviada y narcisista, tecnólatra, armada hasta los dientes y radicalmente delirante, produce incendios y ruinas”.

Tengo la suerte de conocer a Yayo y doy fe de su entrega apasionada para favorecer procesos colectivos de abajo. En algunas ocasiones, de las que cita en el libro, he sido partícipe de esas ágoras en las que muchas personas aportamos nuestros diversos puntos de vista para acordar propuestas concretas para una transición ecológica justa que nos permita plantear escenarios en los que sean posibles unas vidas con suficientes derechos para todas dentro de los límites planetarios.

En “Metamorfosis” Yayo analiza con rigor la deriva del actual sistema capitalista y, sin plantear una hoja de ruta concreta y cerrada, comparte algunas propuestas y estrategias para superar el extravío en el que estamos, hacia otros mundos posibles y necesarios. Plantea “una profunda metamorfosis social” con “institucionalidades renovadas y unas infraestructuras propias”.

“El futuro trae conflicto y se requieren respuestas firmes, sólidas, organizadas y masivas que se apuntalen en los derechos humanos, la justicia, la paz, la empatía y la solidaridad. Se requiere una transformación colosal, una revolución antropológica que mucha gente da por perdida de antemano, aunque, en realidad, no se haya intentado. No es posible sacudirse la ira, el miedo y la decepción si no es canalizándolo hacia lo que pone en peligro la sostenibilidad de la vida digna e interconectada, hacia una cultura política del apoyo mutuo y la pertenencia a la trama de la vida. La agenda ecológica y social son la misma”.

A diferencia de otros ensayos anteriores, Yayo nos narra algunas de sus vivencias personales, íntimas y políticas, para ilustrar mejor algunas experiencias propias. Me ha recordado ese particular estilo de relatos breves de Eduardo Galeano, con una visión poética como la que escribe Jorge Riechman, sin olvidar las plurales citas a personas de referencia como Marina Garcés, Naomi Klein, Rebecca Solnit, Ursula K. Le Guin o Santiago Alba, entre otras. Es un ensayo editado por Arcadia de casi 400 páginas que se lee con agilidad y es accesible para todo tipo de públicos. Os invito a comprarlo, leerlo y también a asistir o, si no podéis, a ver algunas de las charlas en las que Yayo Herrero interviene.

Sin ánimo de destripar el libro, sí aportaré algunas ideas fuerza: en nuestra “red de confianzas y responsabilidades compartidas” reposa la posibilidad de cambios profundos. Desde ahí es donde nace la posibilidad de “reconstruir una cultura que haga las paces con la trama de la vida” desde varias dimensiones: “colocar la vida en el centro”, a través de una “red compleja de solidaridades y apoyos mutuos”; “la construcción de vínculos con el territorio próximo”, en cercanía; la diversidad y defensa de nuestro “patrimonio biocultural”; “tejer comunidad y reinventar lo común”; “aprender a recuperar saberes necesarios para la sostenibilidad de la vida”; “el reconocimiento y la denuncia del mal desarrollo” para conocer, plantear los conflictos y luchar contra el actual sistema impuesto; y “proyectos y experiencias alternativas”.

“La revolución humilde ecofeminista solo puede tener alguna oportunidad disputando el legado venenoso de una cultura que es fruto del extravío. Exige esfuerzo y compromiso, pero nuestra experiencia muestra que es posible abrir grietas y colarse a través de ellas”.

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