A vueltas con el biogás y el biometano

¡Buen día! Una de mis labores en Ecologistas en Acción tiene relación con los proyectos de biogás y biometano. En principio, esta tecnología es positiva para descarbonizar la economía y reducir la dependencia del petróleo y del gas fósil. Sin embargo, encontramos problemas en el planteamiento de algunos proyectos, en cuanto a su tamaño desmesurado, el origen de los residuos y la gestión del digestato. Todo esto, que igual te suena complejo, es lo que tratamos de explicar Marina Gros y yo en este artículo que publicamos en la revista Ecologista (revista a la que os invito a suscribiros y que recibís gratis si os asociáis a Ecologistas en Acción, dicho sea de paso):

Biogás y biometano: La importancia del modelo

Puedes leerlo en este enlace y también te lo dejo para que lo leas aquí mismo:

La necesaria transición energética y la descarbonización de nuestra economía trae consigo una apuesta importante por las energías renovables. Pero al calor de las subvenciones públicas millonarias, las grandes empresas de siempre buscan reforzar un modelo injusto e insostenible que maximiza sus beneficios y perjudica los territorios.

Nacho Escartín. Área de Agroecología. Marina Gros. Área de energía y clima. Revista Ecologista nº 121.

La transformación ecosocial y la descarbonización de la economía no son tareas sencillas, como sabemos. Las energías renovables son imprescindibles para una transición ecológica justa. Junto con ello, necesitamos alternativas en nuestros modos de producir y de consumir, un cambio de modelo, que permita reducir drásticamente nuestro consumo de combustibles fósiles. En este contexto, la producción de biogás y biometano es una tecnología que podría contribuir a una mejor gestión de residuos agrarios, ganaderos e industriales y, de esta manera, hacer de la necesidad, virtud. Tenemos el deber de gestionar mejor la ingente cantidad de biorresiduos que se almacenan, queman, abandonan, no se tratan y se vierten ilegalmente generando graves impactos ambientales a día de hoy.

Una solución sería, mediante procesos que pueden ser sostenibles, generar energía para aquellos usos que no se pueden electrificar. Sin embargo, una vez más, el problema no radica en la tecnología en sí misma, sino en el uso que se hace de ella y el modelo desde el cuál se plantea. De nuevo, una solución que a escala local podría democratizarse y ser un incentivo para la transformación ecosocial, se convierte en la diana de las burbujas y la especulación. Como en la implantación de las energías fotovoltaica y eólica, se repite la falta de planificación y dimensionamiento a nivel territorial, la nula participación ciudadana y la continuación del modelo extractivista en territorios rurales.

Los grandes poderes económicos (fondos de inversión, multinacionales energéticas y bancos) están detrás de muchos de los proyectos de plantas de biogás y biometano que a día de hoy se proyectan y construyen. Mapfre, ING y otros bancos internacionales, Redexis, Temasek, Repsol, Cepsa o Goldman Sachs están detrás de decenas de proyectos en España, de Cantabria a Granada. En muchos casos regados por millones de euros de fondos públicos europeos y españoles1.

Y, con ellos, la sostenibilidad pasa a ser una excusa, un pretexto para aumentar sus beneficios. Vamos a tratar de discernir entre los proyectos que consideramos interesantes y aquellos insostenibles que dilapidan inversiones millonarias de dinero público para aumentar las fortunas de unos pocos.

¿Qué son el biogás y el biometano?

Son dos fuentes de energía incluidas en el grupo de las renovables. Se producen a través de la descomposición anaerobia, es decir, sin oxígeno, de materia orgánica. Según las plantas y los proyectos, con diversos tamaños y procesos, se pueden mezclar residuos agrícolas, ganaderos, agroindustriales, lodos de depuradoras o residuos domésticos, entre otros. La descomposición anaeróbica de la materia orgánica produce una mezcla de gases, principalmente metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2), que se denomina biogás y puede ser utilizado como fuente de energía directamente.

El biometano es una forma purificada y refinada de biogás, en la que se concentra el metano, y se quita el dióxido de carbono y otros contaminantes. Así, se puede inyectar en las redes de gas existentes. A nivel molecular, nada distingue el biometano del gas fósil, son metano; solo cambia la forma de obtenerlo. Por ello, el biometano podría, en teoría, sustituir los usos del gas fósil en sectores como la producción de electricidad y calor, tanto a nivel industrial como en hogares, y combustible en vehículos (transporte rodado y marítimo), producción de plásticos, fertilizantes y en la industria petroquímica.

Granjas de cerdos y balsas de purines en México. Foto de Igualdad Animal.

Por sus posibles usos como sustitutos de los combustibles fósiles y posible solución a problemas de gestión de residuos, el biogás y el biometano están dentro de los planes de transición energética y economía circular2.

Inyectar biometano en la red de gas natural representa una mejora ambiental notable frente a la quema de biogás en antorcha o su escape libre en vertederos, pero no va a poder sustituir todos los usos del gas fósil. Por su parte, la producción de biogás y biometano no está exenta de impactos, en especial existen plantas indeseables por mal diseño, penosa operación y mantenimiento, inadecuada ubicación, utilización y mezcla de biorresiduos inapropiada o errores de dimensionamiento.

Desde el inicio de la crisis energética, influida en gran parte por la invasión de Ucrania, el biometano es considerado estratégico por la Comisión Europea, que se ha fijado como ambición multiplicar por ocho su producción. El Plan RePower EU recoge un objetivo de 35 bcms (35.000 millones de metros cúbicos de gas) en 2030 frente a los 4,2 bcm que se produjeron en 2022. Sin embargo, las organizaciones ecologistas consideramos este objetivo como insostenible. Denunciamos que no se ha llevado a cabo una evaluación de impacto ambiental y que un estudio de la propia Comisión Europea concluyó que solo 24 bcm de biometano podría ser producido de manera sostenible en 2030 en la UE.

A nivel del Estado español también se observa una apuesta decidida por el biogás y el biometano. Así el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) presentado en septiembre de 2022 duplica los objetivos de la Hoja de ruta del biogás, pasando de 10,4 a 20 TWh anuales en 2030.

Por su parte, la Asociación Española del Gas (Sedigas) estima que este biocarburante puede llegar a representar casi la mitad del consumo de gas fósil de España. Pero, cabe preguntarse cuánto realmente se puede producir de forma sostenible y sin impactos en el territorio. Hay mucho dinero público, millones de euros de los presupuestos públicos europeos y españoles y, evidentemente, ya hay diferentes empresas, el oligopolio energético y fondos de inversión especulativos muy interesados en este negocio3.

Pros y contras del biogás y el biometano

Hasta qué punto el biogás y el biometano son tecnologías prometedoras que puedan contribuir a la transición hacia un sistema energético más sostenible y respetuoso con el medio ambiente es un tema a debate. Uno de los grandes problemas de la sostenibilidad de estos gases es la materia orgánica que se utiliza para su producción. En líneas generales, Ecologistas en Acción prioriza el compostaje aerobio (con presencia de oxígeno), por encima de la biodigestión anaerobia para los residuos municipales de la fracción orgánica. Transformado en compost, es útil para la regeneración de suelos degradados desde un enfoque agroecológico. Por otro lado, vemos adecuada la utilización del biogás que producen los vertederos a día de hoy, ya que su emisión tiene un grave impacto climático, y esta problemática no está siendo abordada todavía por las normativas europeas. También consideramos positiva la producción de biogás en las plantas de tratamiento de aguas residuales (EDAR) a partir de los lodos de depuradoras. Dando prioridad al autoconsumo de cercanía siempre que sea posible y dirigiéndose a aquellos sectores que no tengan otra alternativa para descarbonizar, como algunos industriales de alta temperatura que queramos mantener.

En lo que respecta a la materia orgánica procedente de la agricultura y la ganadería industrial es importante que analicemos el biogás y el biometano con una visión holística, para caminar hacia soluciones integrales que aborden los desafíos ambientales sin hacernos trampas y sin fomentar un modelo que debemos superar.

Desde una perspectiva ecologista y de defensa de la naturaleza, la relación entre el biogás y la ganadería industrial es compleja. Por un lado, la ganadería industrial produce grandes cantidades de estiércol y otros residuos orgánicos, que pueden ser utilizados como materia prima para la producción de biogás y biometano, reduciendo así la contaminación asociada a estos biorresiduos.

Sin embargo, surgen dos controversias que debemos abordar. De una parte, el residuo de las granjas de cerdos, el purín, se puede gestionar bien como fertilizante orgánico. Como sabemos y sufrimos en cada vez más zonas vulnerables, también se puede gestionar mal. El abuso de fertilizantes químicos o la contaminación de lugares vulnerables sin depuración de aguas residuales y con alta concentración humana, también significan un problema importante de contaminación por exceso de nitratos. Aguas de ríos y de acuíferos, superficiales y subterráneas, que no son aptas para consumo.

De otra, es importante recordar, cuando hablamos de gestión de residuos de la ganadería industrial, que el modelo agroalimentario que imponen conlleva una serie de problemas ambientales, como la deforestación, la contaminación por el transporte de alimentos que recorren medio mundo y la pérdida de biodiversidad. Por lo tanto, si bien el uso de biogás puede ayudar a mitigar algunos de los impactos negativos de la ganadería industrial, no es una solución completa y se deben abordar los problemas estructurales de este sistema de producción animal.

Hoy en día, ya estamos viendo en algunos proyectos planteados, en Castilla La Mancha, Catalunya o Aragón, que las plantas de biogás y biometano dependen de la llegada de residuos lejanos, a muchos kilómetros de distancia y a través de transporte con camiones, como ya sucede con residuos municipales a vertederos. En estos casos, no se pueden aceptar como sostenibles algunos proyectos que no son neutros en emisiones, sino totalmente dependientes de la energía fósil en sus procesos, y generan rechazo a nivel local.

Otra de las fuentes de materia orgánica propuesta por la industria del biogás son los cultivos intermedios, es decir, cultivos secuenciales que se cosechan inmaduros, en lugar de cortarlos y dejarlos en el campo, para utilizarlos como materia prima para la digestión anaerobia. El digestato resultante se devuelve al campo y puede sustituir parcialmente a los fertilizantes químicos. Sin embargo, la evaluación de la Comisión Europea excluye los cultivos intermedios de su escenario más sostenible citando incertidumbres en torno a la sostenibilidad de la práctica.

  1. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya ha otorgado 150 millones de euros a proyectos de instalaciones de biogás. Estos fondos provenientes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado con fondos Next Generation de la UE, corresponden a una inversión proyectada de 475,5 millones de euros y una potencia total a instalar de 188,3 MW. Estas ayudas, gestionadas por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, son a fondo perdido y el mayor número de propuestas subvencionadas están en Catalunya (27), Aragón (11) y Andalucía (9)
  2. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Democrático del Gobierno de España augura un impacto socioeconómico de 294.000 millones de euros en inversiones, un ahorro de 90.700 millones de euros en importaciones, un aumento del 2,5% del PIB y creación de 522.000 empleos para 2030
  3. España es uno de los tres países de la Unión Europea con mayor potencial de producción de biometano, algunos estudios lo sitúan entre 120 y 160 Twh. Según los proyectos anunciados, en 2027 entrarán en funcionamiento 92 plantas de biometano con una capacidad de producción de 5.000 GWh/año (lo que multiplica por 10 la capacidad de producción actual)