Sobre coherencia y casorrones
Cada persona tiene sus opiniones. Cada persona vive como puede. Tanto unas como otras (opiniones y posibilidades) dependen de muchos factores que trascienden al individuo: situación política, economía, salud, lotería, lugar en el mundo, amor, trabajo, clase….
Algunas personas luchamos por una sociedad de iguales, en la que vivir dignamente, con libertades, derechos y oportunidades. Y en eso estamos.
La conciencia es algo muy íntimo, que a algunas personas nos lleva a vivir como consideramos, buscando felicidad, coherencia y ser ejemplo de las ideas que promovemos. Mi conciencia me anima a causar el menor impacto negativo con mi existencia y, al mismo tiempo, tratar de gozar, de disfrutar, de ser feliz. Y aunque hace 10 años que no cojo un avión, tengo que ir todos los días a trabajar en furgoneta; aunque trato de consumir cercano y saludable, aún como carne; aunque sé que no es sano habitar en un frenesí inaguantable, vivo mucho más rápido de lo que desearía. Por plasmar tres ejemplos simplones.
Como la ética es una parte esencial de nuestra propuesta política, generamos estructuras que nos permiten ser más éticos en nuestras organizaciones. En Podemos, por ejemplo, nos limitamos los salarios y los años dedicados a la política, no pedimos dinero a los bancos y todas nuestras cuentas, personales y colectivas, son públicas.
Que todos cumplamos nuestro código ético es algo que me da cierta tranquilidad para hacer política en un colectivo tan grande. Dicho esto, ningún código es sacrosanto, todo es evaluable y mejorable. Y si un día la Asamblea Ciudadana, la gente de Podemos, decidimos revisar nuestro código ético, lo cambiaremos.
Más allá de nuestro programa, de nuestra acción política y del cumplimiento del código ético, está nuestra vida privada. Y las vidas privadas de los demás. Donde yo no llego, a no ser que mis compas se conviertan en mis amigos y entremos en una relación más íntima. En esos casos, puedo conocer sus gustos, a sus amigos y familias, a sus novios, incluso sus casas y sus secretos. Y ahí, como con cualquier persona, descubres otras virtudes, cualidades, aficiones…. y también incoherencias, contradicciones y aspectos que me pueden descolocar. Esto es lo normal. En Podemos y en cualquier ámbito de la vida. Somos incoherentes por naturaleza. Así, en general. Y quien no asuma esto, se engaña. Como dijo Eduardo Galeano, “somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, reconociendo que somos humanos y tenemos mucho que mejorar.
Las lecciones de coherencias provenientes de gente despreciable que solo quiere destruirnos y sostener un sinfín de injusticias, son parte de la hipócrita arena política en la que peleamos. Y a esos juicios no les voy a dar ninguna relevancia, porque entraríamos con demasiada inocencia en el aro que nos imponen. Ayer estábamos en una polémica que llenaba portadas, hoy en esta y mañana en la siguiente. Nos dan por todas partes y esto no va a parar. Nadie dijo que fuera fácil cambiar la sociedad. Y el poder se defiende. Charremos de esto y de lo otro, por supuesto, que los telediarios ya seguirán abriéndose con polémicas contra Podemos. Porque se trata de eso, de frenar el cambio, a costa de lo que sea.
Yo prefiero no juzgar a mis compas de Podemos por sus vidas privadas, sino por sus acciones políticas y el estricto cumplimiento de nuestro código ético. Al igual que prefiero no juzgar a todo el mundo con el que me cruzo en las calles o veo en las teles. Yo elijo a mis amigos, con los que más a gusto vivo, me divierto y más acorde comparto partes importantes de mi vida. Pero Pablo e Irene no son unos compas cualquiera, son dos de los más conocidos, famosos, líderes, portavoces y responsables máximos. Por eso es natural que reflexionemos, opinemos y debatamos sobre esto.
Si Pablo e Irene se pagan su casa de su bolsillo, de sus ahorros, mediante hipoteca, porque han cobrado una herencia o porque les han prestado dinero; si pagan sus facturas y la compra es legal; si cumplen nuestro código ético y siguen defendiendo con ahínco los derechos de la gente…. No tengo nada que reprocharles. Me gustaría que sean felices y disfruten de sus vidas privadas, como lo deseo para toda la gente buena que hay por el mundo.
Como persona implicadísima en Podemos sí me preocupan dos cosas que son muy importantes para ganar las instituciones y ponerlas al servicio de la gente: la estética, el deterioro de la imagen pública de nuestros líderes más conocidos y, por otro lado, el descrédito de algunos principios que más nos identifican y diferencian de “la casta”. ¿Cómo deberían vivir Pablo e Irene para que estéticamente no se les reproche? ¿Si hubieran elegido una casa menos cara sería suficiente? ¿Y si ahorran o heredan, qué hacen con su dinero? ¿No pueden gastarse lo que ganan legalmente y de su trabajo como quieran? Esto me da mucho que pensar.
Porque sus decisiones personales me afectan mucho en lo político. Afecta mucho al espacio político que estamos construyendo. Y eso sí me preocupa y me afecta. Mucho. Y eso no pasa solo por que se compren esa casa. Pasa por muchas otras más cosas, que nos interesa analizar a quienes queremos transformar esta sociedad.
Este asunto me está haciendo pensar mucho. Comparto por dónde me va la cabeza: analizar el mercado inmobiliario actual y el fetichismo de la propiedad; las casas, precios, tamaños de terrenos y localizaciones posibles; los pros y contras de vivir en una gran ciudad o en el campo; en qué gastamos nuestro dinero y qué hacemos con los ahorros; si es sostenible vivir como vivimos; si es sostenible vivir en Madrid; que somos prisioneros de nuestras palabras, pero son nuestros hechos los que nos definen; los peligros de la profesionalización de la política; qué pasa cuando los políticos se aíslan de la gente corriente; la importancia de la ética…. y también de la estética; la austeridad bien entendida y cómo vivir con menos y vivir mejor; el fetichismo de la derrota; el infértil “fuego amigo”; el derecho a la crítica y a la autocrítica; la hipocresía y la superioridad moral; el afán por juzgarlo todo, en las redes o en los bares; la fuerza de la calle; el poder de los medios de comunicación y su influencia en la opinión pública; la peligrosa tendencia programada para atacarnos mediante juicios constantes a las vidas personales de nuestros líderes. De todo esto, seguimos pensando, debatiendo y actuando para ser cada vez mejores.
Ludovicahd 19 mayo, 2018
Nacho, me ha gustado mucho oír (leer) por fin a alguien de Podemos a quien conozco y aprecio. Y has opinado muy honradamente. Yo estoy (aún) inscrita en Podemos, que supo reavivar mi ilusión política muerta. Y digo aún porque estoy hecha un lío, Nacho. Nunca opinaré sobre lo que cada cual hace honradamente con su dinero, faltaría más; pero, sí, la palabra «coherencia» no me la quito de encima con el asunto del chalet (que, por otra parte, yo no me hubiera comprado nunca, aunque pudiese). Para mí, la política, ser político, siempre ha sido algo muy importante en este mundo que vivimos. Y creo que Pablo no se ha explicado bien. Los personajes públicos tienen que cuidar muchísimo sus actos privados; por lo menos, eso me enseñaron a mí desde el principio. En fin… Un abrazo, Nacho.
M 19 mayo, 2018
La reflexión es correcta. Únicamente falta un detalle trascendental. La diferencia entre las distintas percepciones, que responden a distintas realidades. Y el pequeño detalle que sea Okdiario quien haya dado la noticia. Que joder, jode un huevo
Pedro Puertolas 20 mayo, 2018
Si la envidia fuera sarna ,cuanto sarnoso tenemos en este país.Pablo tienes mi boto. Con el dinero personal y con su vida privada caso uno hace lo que le da la gana