“De bestias y aves” de Pilar Adón
“Soy universal. Soy absoluta. Soy compasiva”.
“De bestias y aves” es un libro inquietante. Comienza con una huida, sin móvil, sin rumbo, sin gasolina. Un camino se estrecha y acaba en una verja. La verja se abre y da paso a un mundo onírico, extraño, en el que un grupo de mujeres vive en una realidad ordenada a su manera, rodeadas de naturaleza y de ritos propios. La primera tentación es salir de ahí, escapar, buscar una rendija por la que volver al mundo cotidiano. Pero ese microcosmos magnetiza y esconde un descubrimiento acuoso que conectará con lo más profundo de la protagonista.
“¿Por qué esa sumisión si lo que quería era justo lo contrario?”
Hasta ahí voy a contar del libro, porque no quiero destriparos nada. Pilar Adón va adentrándonos en una suerte de realismo mágico (de irrealidad) que da pie a diversas lecturas. He leído bastantes páginas del libro en voz alta, con mi compañera y mi hija, y así es. Las interpretaciones son variadas: hay algo terrorífico en la historia, pero también enseñanzas parecidas al yoga, al carpe diem, a la conexión con algo que nos une, a la búsqueda de tu lugar (placentero) en el mundo. Encontramos también paralelismos con las brujas de todas las épocas, sabias de plantas y curiosas de costumbres. Naturaleza y hogar.
“Para mí este sitio no representa lo mismo que para usted. Un lugar no es idéntico para dos personas, aunque las dos acaben de llegar o aunque las dos lleven toda la vida en él”.
El libro, editado por Galaxia Gutenberg, es el ganador del premio “Otra mirada” de la Librería Cálamo. Desde luego, es una historia curiosa, que a ratos desasosiega y a ratos muestra la vulnerabilidad de todas las vidas.
“Algunas realidades debían aceptarse sin más”.