“Un caos bonito. Relato de una década de la #SpanishRevolution” de Francisco Jurado Gilabert

Otro libro necesario, editado por Lengua de Trapo, para construir el puzle activista en nuestra historia reciente. A Francisco Jurado no le conozco personalmente. Le leo hace años en las redes sociales y medios, hemos compartido espacio en Carne Cruda y le tengo por una persona comprometida y de acción. Es decir, este ensayo no está escrito desde una torre de marfil, sino desde la memoria de cuerpos, sudores, conflictos y frustraciones vividas en primera persona.

Para mí ha sido también un ejercicio de introspección y reflexión de esta década compartida. En el rato que leí el libro, de tirón, hice continuos paralelismos con mis vivencias en Aragón. Como él mismo escribe, “el 15M era multitud y, como tal, había miles de 15M”. Y estoy de acuerdo. Cada quien lo vivimos desde nuestra realidad y momento concreto. Francisco comienza con los preparativos de la manifestación del 15 de mayo de 2011, en Democracia Real Ya (DRY). Yo recuerdo que aquellos días estábamos súper comprometidos con la Coordinadora de colectivos y movimientos sociales de Aragón, que celebramos una manifestación por la mañana en Zaragoza y a la tarde algunos llevamos la misma pancarta de cabecera a la manifestación, convocada por un desconocido para nosotros DRY, marcha que desbordó en número y diversidad. Y de ahí la acampada, la represión, la respuesta popular y todo lo demás.

Nuestro país estaba en crisis, económica, social y de representatividad. Se extendía “escepticismo, apatía y frustración”. Los partidos y sindicatos no aglutinaban y generaban desafección. El manifiesto de DRY buscó ocupar “la centralidad del tablero”, desde un “nosotros” muy amplio, que hacía partícipe a una gran mayoría. “Prescinde de los elementos ideológicos e identitarios tradicionales: izquierda-derecha” y se enfrenta, desde abajo, a los privilegios de políticos y banqueros, para reivindicar empleos, viviendas, servicios públicos, fiscalidad justa, libertades, democracia y reducción del gasto militar.

La enorme difusión en redes, con códigos abiertos y viralización de contenidos, equipos de portavoces rotativos y nodos locales llevaron al éxito de las manifestaciones en ochenta ciudades, marcha de composición transversal, sin banderas, sin liderazgos personificados y con una organización rizomática, basada en colaboraciones voluntarias a partir de consensos proactivos. Se generó un estado de ánimo ilusionante y “a muchas personas les entusiasmó volcar sus saberes y su talento en todo este proceso”.

El desalojo de los primeros acampados en la Puerta del Sol de Madrid produjo el “efecto Streisand” y en muchos otros sitios, como en Zaragoza, nos autoconvocamos en la Plaza del Pilar y comenzaron las acampadas del 15M. La política es conflicto y desde el primer momento se reprodujeron debates absurdos e inútiles, choques de egos, discrepancias en la relación con medios y otras organizaciones, etc. El 15M no era un partido y, como tal, no competía con otros partidos, no se producían “colisiones excluyentes” a pesar de la notoria disparidad de personas y opiniones en las plazas.

Francisco Jurado nos cuenta sus días con sinceridad y detalles recordados: las asambleas estatales de DRY, el trabajo organizativo, las herramientas digitales, la evolución de las acampadas hacia los barrios y las mareas sectoriales, la dificultad de construir participación directa y la toma de decisiones democráticas. A un ritmo frenético, la Primavera árabe se extendió por Europa y llegó a América y Estados Unidos (Occupy Wall Street). En España el PP ganó las elecciones generales de noviembre de 2011 por mayoría aplastante, pero el bipartidismo (PPSOE) se dejó muchísimos votos que no fueron a IU.

La descomposición de DRY llevó al autor a colaborar intensamente con el abogado Juan Ignacio Moreno Yagüe, con quien compartió el proyecto Democracia 4.0, para reivindicar la participación ciudadana directa y las votaciones telemáticas; #OpEuribor, camino judicial que les llevó al corazón de la bestia para demostrar que el Euribor había sido manipulado; 15mPaRato, que junto a Simona Levi puso en la diana de la corrupción a Rodrigo Rato por la salida a bolsa de Bankia. Estas experiencias mostraban que el espíritu del 15M no había muerto y a Jurado le valió para importantes aprendizajes sobre la imposición de criterios personales y “la cantidad de mierda que se acumula en las cloacas del poder”, que lleva a que “todo está montado para que sea muy difícil que los de arriba pringuen”.

Años después, compartimos el asalto institucional. Jurado formó parte del Partido X, que concurrió a las europeas pero fracasó, totalmente eclipsado por el nacimiento del Podemos de Pablo Iglesias, que tras darse a conocer en tertulias televisivas presentó el manifiesto “Mover ficha” junto a “intelectuales de izquierda, profesores universitarios y activistas de movimientos sociales”, para llamar a la participación de la ciudadanía con sus firmas para un nuevo partido, Primarias abiertas, Círculos y un discurso de “gente frente a casta” que emanaba de la experiencia populista latinoamericana, con un hiperliderazgo pero también un cartel atractivo para las europeas, que llevó a un buen resultado. El primer congreso de Podemos llevó a su configuración como partido clásico, con listas plancha, cúpulas centralistas y enormes dificultades para la participación y los debates horizontales, lo que lleva a que “pesan más factores como la lealtad y la afinidad que la capacidad para trabajar y representar los intereses de la ciudadanía”.

No os quiero destripar las reflexiones de Jurado, que comparto en casi todo. Salvando las distancias, de 120 años, son las mismas que expresaba Joaquín Costa o las que han caracterizado los anhelos de regeneración democrática frente a la oligarquía y el caciquismo que nos detalló Carmelo Romero en el libro que reseñé anteriormente.

Con Francisco Jurado también comparto vivencias, en paralelo, en parlamentos autonómicos. Él en el de Andalucía, como asesor, yo como diputado en Aragón. En el libro nos cuenta las relaciones entre “compañeros”, grupos parlamentarios y partidos, la dificultad de sacar adelante leyes y de pactar acuerdos amplios: “El Poder es algo que se ejerce, que necesita otro para ejercerse, que se materializa a través de la influencia… Se equivocan los que creen que el poder consiste, solamente, en ocupar un cargo”. Esta parte está llena de frustraciones.

Las últimas páginas del libro recuerdan las candidaturas municipales con las que alcanzamos los ayuntamientos de algunas ciudades, las guerras internas en Podemos, la repetición electoral en España, la moción de censura a Rajoy y el Gobierno de coalición, con el que finaliza este ciclo “volviendo a la casilla de salida”: los bloques clásicos izquierda-derecha, la política de partidos clásicos y la sensación de “incumplir promesas y defraudar expectativas”. Francisco Jurado hoy está implicado en Más País Andalucía.

Por no acabar de bajona, el último capítulo del libro parte de la crítica y los errores de los partidos y vuelve a los principios aglutinadores del 15M, especialmente en los “mecanismos de participación que permitan a la sociedad a pronunciarse de manera directa y separada sobre cada asunto”. “Es mejor confiar en tus vecinos y vecinas, en la gente que experimenta y vive tu misma realidad”. El epílogo de Juanlu Sánchez incide en la recuperación de ese talento colectivo que nos demostró que somos capaces de hacer política más allá de los partidos.

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